martes, 31 de agosto de 2010

la noche y sus regalos

.



Otra vez la noche me abraza hasta asfixiarme


Esa maldita manía de la luna

Que me regala insomnios como si fueran caramelos

Y yo sigo como un niño

Aceptando angustias de extraños



Continuo siendo lo mejor que tengo

Entre cicatrices y escombros

No debo dejar de mirar

El lado luz de mis miserias



Esta vez la noche llora

Pero rechazo la invitación

De unirme a sus gotas

Será que estoy aprendiendo

A apreciar mas mis lagrimas



Continuo siendo mis miserias

Entre la oscuridad y la luz

No debo dejar de mirar

La experiencia entre mis escombros y cicatrices



domingo, 22 de agosto de 2010




Hoy pedí perdón por las palabras pronunciadas, Por esas que lastiman, sin querer el alma, Por los espacios dedicados a caricias Que ocupe con silencios, Por las mentiras Las sanas y las no tanto, Por las lágrimas que llevaron mi nombre Y por las que escondí, Por ser otro que no era Y hacerte creerme


.



Apunto al lugar mas duro del muro que me rodea, no trato de esquivarlo. Lo golpeo de frente, con toda la pasión que me enciende y me mantiene vivo. Sabiendo que no va a caerse, sabiendo que voy a sangrar, y con los puños rojos y el alma herida le grito. “A cada golpe que te doy, te aprendo, y cuando finalmente haya alcanzado la sabiduría, no va a hacer falta golpearte para vencerte”



.

viernes, 20 de agosto de 2010

escaleras arriba




Escaleras arriba


Hay otro yo

Que espera que llegue

A tomar la posta…



Escaleras arriba,

Hay otro cielo,

Mas azul que el de anoche

A pesar de sus estrellas



Escaleras arriba y a un costado

Hay unas manos prestas a ayudarme

Unos ojos dispuestos a entenderme

Una voz que me arrulla con sus palabras



Escaleras arriba

Y yo sigo tratando de llegar

El empinado camino

Peldaño tras peldaño

Día tras día…

no soy un ave fenix...





No soy un ave fénix, me dije


Y comencé a rehacerme

Dejando las cenizas a un lado

Como recuerdo de lo que no quería volver a ser



Hueso a hueso…

Músculo a músculo

Cicatrices de lado,

Sentimientos adentro



Me rehice

Me rehago

Y no hay manera

Las cenizas siguen siendo cenizas



No soy un ave fénix…

Me vuelvo a inventar,

Diferente, y si se puede

Reciclable






,
Me desnudo en palabras


Te escribo con sangre

Los cientos de silencios

Que pasan por mi cuerpo

Te muestro a la perfección

Lo imperfecto que soy

El espacio entre nos

Esta formado por ausencias

Por callados pensamientos

Que surgen como luces

Que guían mis versos



Me desnudo ahora

Literalmente

Despacio me despojo de las ropas

De las supuestas barreras

Que separan tus manos de las mías

Me quito el secreto de un solo movimiento

Separo suavemente

El puñado de mentiras

Y las arrojo lejos

Tan lejos que no oigo cuando chocan contra el piso

Y luego de un minuto de calma

Me despojo del silencio

Y con la mirada te digo

Que no hay limites

No hay fronteras

Solo formas diferentes

Solo secretos impacientes

Que esperan

Y siguen esperando

Que te atrevas




el rey a muerto





Derribadas las corazas


Me enfrento a este silencio

Muevo las palabras

Buscando la jugada

Para dejar en jaque

A tu ausencia

 
 
 
 

jueves, 19 de agosto de 2010

Hoy llueve,


Me llueven las manos

Aun en los bolsillos,

Me llueven los pies gastados,

Las palabras huecas,

Llueven silencios.

Las nubes se desprenden de la lluvia

Las paredes lloran,

Las verdades lloran,

Y llueve,

Llueve el tiempo de cambios grises,

Y los grises no destiñen,

Llueven milagros televisivos,

Llueven los ojos en mis ojos,

Las gotas queman mis mejillas.

Llueve y me dejo llover,

Y me deshago, me destiño,

Me transformo, me hincho, me humedezco,

Llueve mi cuerpo y se agrieta

Cada contorno de mis letras,

Llueve y el cuarto se inunda

De secretos invisibles.

Los truenos solo suenan en mi,

Los rayos me queman,

Me queman las palabras,

Las escupo y te mojo,

Y te lluevo,

Y me odias por eso,

Y me querés por eso,

Y me abrazas entre insultos,

Y ahora vos y yo llovemos,

Lloramos pasiones,

Besos lacrimógenos,

Lenguas eléctricas,

Llovemos,

Y nos vamos deshaciendo de a poco,

Y nos unimos, nos pegamos.

Luego de la tormenta,

No nos reconocemos,

Pero el olor a humedad,

Permanece entre mis dedos



Nunca pedí permiso para pensar, ni para quebrar con mis palabras las mentiras ajenas. Nunca pedí disculpas a la muerte, por llamarla tantas veces, y esquivar siempre su mirada. Siempre huí de los que dicen "la verdad", vendedores de una historia sin dos caras, ilusionistas creadores de vacíos.



Me auto expulso de las tribus de monos, que persiguen un ideal impuesto por la época y la moda.
Prefiero vivir con las manos rotas de cortar los hilos que tratan de manipularme. Si, me c@go en el titiritero del poder, en los experimentos sociales, en los números en la frente, en la felicidad por doce cuotas sin interés, en el lavado de cabeza universal, en los ideales de libertad...encadenada, en el target group de vulnerables, en la ilusión de seguridad, en la adicción a la mentira, y en la necesidad ajena de regalarnos frustraciones.

A veces prefiero ser animal, a humano.




molotov de libertades





Hoy me vacié de ideas


Y es mejor así, a veces son las mismas ideas las que se acribillan entre ellas.

Buscando soluciones innecesarias

Almacenando sueños como poesías amarillas, como recuerdos y finales no felices

Sumando lagrimas que amenazan el vaso casi lleno

Yo sigo tratando de mantener mi nariz por sobre la superficie de mentiras.

Estudiando las miradas en busca de inteligencia escondida.

Las masas amenazan cortarme los dedos

Si me atrevo a escribir lo que pienso.

Arrancarme los ojos si veo más allá de lo que debo.

Yo me encierro en mi cueva de silencios y preparo una enorme bomba molotov de libertades.
Aferro las palabras


Porque son espadas

Que asesinan mis miradas.

Ellas son las lágrimas

Que nunca liberé.



Aferro aun más las miradas

Que destruyen las fachadas

Y dejan al descubierto

Un sin fin de realidades

Que no siempre deseo ver.



Libero aire, de a poco

Para seguir caminando.

Respiro despacio

Para no despertarlas.



Las miradas y palabras

Son las balas que te apuntan

Y mis manos…

Si, mis manos son las armas.



hoy...





Hoy me choque, me caí,




Y gatee hasta que me ayudaron a levantarme



Hoy me espiaron, me estudiaron, me criticaron



Hoy me encontré una mascara en el piso,



La levante, y la apoye sobre mi verdad



Tanto dolor me causo volver a lo mismo



Que la destruí en miles de pedacitos



Que me están persiguiendo



Hoy me reí,



Ya casi me había olvidado como se sentía



Hoy te vi, y no te extrañe



Hoy me vi, y no me extrañe



Hoy me golpearon recuerdos



Y el viento jugo a despeinarme las ideas,



Pero se equivoco, y me las reorganizo



Hoy no tuve sexo



Ni ayer



Ni hace un mes,



Ni hace varios,



Y no me hizo falta desnudarte



Para saberte cerca



Para sentirme hombre



Y me gusta el espejo así



Sin las manías lascivas



Sin los atropellos.



Hoy me equivoque, y aprendí un poquito mas



Hoy creí saber lo que no sabia



Y me di cuenta que nada de lo que creía saber



Era totalmente cierto



Hoy descubrí que la verdad se tiene en pedacitos, y nunca es verdadera



Hoy me perdí, y no me preocupó volver a encontrarme,



Hoy me bañe bajo la lluvia



Y se me fueron desprendiendo



Los prejuicios



Y me pase la tarde saltando sobre un charco



Tratando de ahogarlos



Mientras la gente que pasaba me observaba



Pensando que estaba loco



Hoy deje de arrastrar los zapatos,



Los arroje por la ventana



Y me sentí más cómodo con los pies sobre la tierra



Hoy me sangraron alegrías de las manos



Mientras destruía el muro de mi fachada



Y me dolió, y me dio miedo,



Y con el dolor y el miedo me crecieron agallas



Hoy puedo decir



Que valió la pena despedirme



De mi otro yo



Al menos hoy me siento libre

cuento tres (otra oportunidad)



Hoy te escribí una carta en decadencia en servilletas de papel pidiéndote que vuelvas y juro que trate de describir el sentimiento de impotencia que me acecha. Fueron doscientas treinta y seis palabras en veinticuatro papelitos que el viento desparramo por la vereda. Algunas valientes llegaron a la esquina, otras quizás mas ingeniosa, se aferraron a la suelta de transeúntes y por un segundo tuve la ilusión que alguna termine al lado tuyo. Tu curiosidad siempre fue fuerte, y de seguro reconocerías mi letra forjada con horas de caligrafía en la secundaria.


Me puse a pensar que opinarías, y se me vinieron a la mente muchas ideas. Que era tierno, que era pesado, infantil, romántico, que era persistente, o inmaduro, o ingenioso, o cobarde. Pero en realidad era simplemente yo, que te extrañaba y trataba de hacerme a la idea de que no volverías.



Y en este contar de los días que pasaba lejos tuyo le hacia frente a la batalla de pensar que no había sido lo suficientemente bueno para vos, mientras que los amigos se esforzaban por resaltarme tus defectos, que en ese momento extrañaba mas que a tus virtudes.

Y era inevitable imaginarte abrasada a un morocho alto de ojos verdes y marcado, o a un hombre de billetera ancha, paseando en su Mercedes Benz. Sonriendo y sin siquiera penar en donde estaría yo.



Me atormentan los silencios, el recuerdo de la excusa, el “no sos vos, soy yo” tus ojos con casi lágrima y mis lágrimas sin palabras. Mi vuelta a casa en solitario, buscarte en el fondo de la primer botella y no encontrarte después de la tercera, y ya borracho vomitarte insultos y porqués que no me salieron mientras te alejabas. Y sentir la cama mas ancha, las ganas derrotadas, y el corazón desacompasado.



Sale el sol y para que levantarme si no puedo abrazarte. A fuerza de timbrazos los amigos consiguen separarme de las sabanas y otra vez a pelear la mañana, y en la calle son todas parejitas felices, y la radio se burla y me regala un copilado de canciones tristes.



Me agarra la locura y miro el teléfono, ¿la llamo o no?, ¿la llamo? Y marco tu numero, suena una vez y cuelgo, ¿y si pusiste identificador? y paseo siete veces por la puerta de tu casa y dudo, ¿le toco el timbre? Lo miro, brilla de dorado, el portero era bueno, estaba contento de verte conmigo, y… ¿y si estas con el portero? Viejo de mierda!, ahora tiro el papelito del caramelo en la entrada, toma, jodete! Y vuelvo a mirar el timbre, ¿y que le digo? ¿Improviso? Y lo toco, me asusto y me voy corriendo, y las viejas de al lado me miran con negativa. Deben pensar.- Que infantil!, Pero no!, yo te quiero!, el problema es que no te das cuenta de que puedo hacerte feliz.

Me asomo desde la esquina, las viejas le avisaron al portero y ahora me señalan!, me escondo, vuelvo a casa y me cambio de ropa, me pongo un polar con capucha para que no me reconozca. Vuelvo, precavido me pongo en la vereda de enfrente, el sol me da de lleno, es verano, que boludo!, empiezo a transpirar, y el portero que me mira de reojo, ¿me habrá reconocido?, de vuelta a esconderse. Pero basta!, la calle es libre y que carajo me importan las viejas y el portero, bueno, el si, porque si esta con ella le corto los huevos. Me envalento, y camino derecho a la entrada. La puta, sale el portero! . Apunto al negocio mas cercano, el kiosco de las viejas, Hoy no pego una!, déme… y buscaba algo, cualquier cosa para salir del paso… déme preservativos!, así de paso la incomodo a la vieja. Pero la vieja no afloja, me mira y con cara de seductora me pregunta, ¿texturados o comunes? Y con la facilidad que tengo yo para ponerme colorado, le digo, ya de mala gana, déme cualquiera! Y cuando termino de decirlo veo en el reflejo de la vitrina que estas detrás mío, hablando con el portero, se ríen, seguro hablan de mí. ¿Por qué no se ríen de mí enfrente mío? Pienso. Y te acercas, y la vieja también, y llegan a mi lado al mismo tiempo, la capucha me llega a la nariz, y la vieja se da cuenta, se ríe, y me dice – Aquí tiene sus preservativos joven, que los disfrute- Y yo por dentro pienso, - Vieja asquerosa, ¿Cómo voy a disfrutar un preservativo? ¿Lo mastico como chicle?. Me miras, esperando que te diga algo, y me sale solo un hola. Te miro, estas rara, como nerviosa. Siempre directa me preguntas ¿estas con alguien? Mientras señalas los preservativos. –No, son para un amigo (que excusa boluda.- pienso).

Y tomas la iniciativa, ¿tomamos un café? Me decís, y no lo dudo.



Ya mas tranquilo y sin el polar me explicas que necesitaste una semana para darte cuenta de que me extrañabas, y que si por favor te daba una segunda oportunidad. Lo pensé durante medio segundo, después te abrase. Pasamos el fin de semana encerrados en mi departamento.



Ya paso un mes de aquel encuentro, y hoy me dijiste que tenías 3 semanas de atraso. Y si, pensé, la vieja me pincho los forros. Que vieja puta!

cuento dos (todo va a estar bien)







Que feliz era al escabullirme por debajo de tu falda con mis ojos, o así como sin querer, colgarme de tu escote, en el que habitaban dos pequeñas prominencias, que siempre te atormentaban por su falta de altura.


No me importaba, como al resto, tu nueve en miopía, ni tu doce en timidez.

Ibas a la escuela abrazando tus cuadernos con tus dos manecitas, y eso te había valido el mote de traga, aunque fueras de promedio medio en tus exámenes.

Cuando te hablaba bajabas la mirada, aunque te preguntara como estabas.

Yo no era el más lindo de la clase, es cierto, pero no era feo, al menos eso me decía mi mama. Mi asiento estaba justo detrás del tuyo, y siempre me tildaba tratando de sentir el perfume de tu pelo.

Me gustaba verte haciendo deportes, eras tan de madera como yo, y viéndote me sentía menos solo.

Yo practicaba en casa, hablándole a mi conejo de peluche, el actuaba de vos y yo de yo, y le preguntaba si querías ser mi novia, y te daba un beso largo en la boca, como lo hacían mis papas, pero este beso siempre me dejaba pelusa de conejo en lo labios.

Un día mi hermano mayor me descubrió interpretando esa actuación, y fui el centro de las burlas de la cena. Estaba tan enojado que fui y a escondidas le corte todas las cuerdas de la guitarra. Estuve castigado una semana.

Pero aunque practicara toda la tarde, te veía y no conseguía que las palabras “querés” y “novia” salieran de mí hacia tus oídos.

No fue sino hasta después de la actuación de fin de año en la que te luciste bailando disfrazada de una flor que se parecía a una margarita, que finalmente me atreví, no a decírtelo directamente, sino a mandarte una carta, con corazones dibujados en azul, en la que te decía que me gustabas.

Estaba tan asustado que ahora era yo el que no se animaba a mirarte a los ojos.

Siempre pensé que eras demasiado para mi, que era difícil que te gustara, y que se yo…

A la mañana siguiente encontré en mi mochila un sobre rosado con mi nombre… y casi me desmayo! Lo abrí con mucho cuidado para evitar que se rompiera. Tenía corazones dibujados en rosa, y dentro un papelito que decía “quiero ser tu novia”. El corazón me latía muy fuerte. Luego de eso, inventábamos excusas para vernos, vos me ayudabas en matemáticas y yo en literatura. Y nuestro amor era agarrarnos de la mano a escondidas, era mirarnos, era escribirnos “cartitas” y dejarlas para que el otro las encontrara.

Pasaron los años, los dos crecimos, y creció nuestro cariño. En la secundaria me surgieron las primeras inseguridades, vos cada día estabas mas linda, y se que a mis amigos le gustabas. Pero vos me mirabas y me daba cuenta que eso no importaba, que estabas ahí, y que estaba ahí, y te quería con el alma y me querías mas allá de mis miedos.

A mis catorce años, cinco meses y doce días, llego el primer beso, casi sin querer, nos dimos el buen día en la puerta de la escuela, y las comisuras de nuestros labios se tocaron, nos miramos y sonriendo hicimos como si nada. Luego de eso, fuimos milímetro a milímetro ganando los labios, la noche se hacia interminable esperando que llegue la mañana y el saludo con vos. Y el ahora si, ahora le doy un beso de lleno en la boca, y a cada metro que me acercaba a vos, las piernas comenzaban a temblarme, y terminábamos en el medio beso que no terminaba de salir. Y así pasaban los días, con los bolsillos llenos de inocencia, en busca de crecer, de querer. Y juntando el coraje para el interminable beso que no me animaba a darte.



Un sábado desperté y mi mama estaba llorando, yo no lograba comprender el porque. Vi gente en mi casa, autos estacionados afuera, y cuando busque a papá no lo encontré, le pregunte a mi hermano adonde estaba y el, que también lloraba me abrazo y me dijo que todo iba a estar bien. Yo deducía por todo lo que veía que no estaba todo bien. Golpearon la puerta del cuarto donde estaba con mi mama, mi hermano y una vecina amiga de mi mama, y entro un hombre vestido de blanco, que con dolor en la mirada dijo, lo siento, no pudimos hacer nada. Y recién ahí caí, ahí me di cuenta, yo había escuchado esa frase en la tele, y era cuando alguien esta muerto, y estaba mi hermano, mi mama, y la vecina, pero faltaba alguien, faltaba mi papa. Lo fui a buscar, pensando que quizás lo iba a poder despertar, el estaba acostado en su cama, como todas las mañanas, pero al llamarlo no contesto, ni siquiera respondió al beso que le di, estaba frío, recuerdo que estaba muy frío y pálido, yo le hablaba y el no respondía, y a cada pregunta que le hacia mi mama lloraba mas, así que permanecí en silencio, acostado al lado de el, tomándole la mano.



Ese fin de semana no nos vimos, mi mama quiso que me quede con ella, y lo comprendí, aunque tenia la seguridad de que en cualquier momento papa iba a despertarse.

El lunes al llegar al colegio ya todos sabían lo que me había pasado, y me miraban raro, me sentía un poco incomodo. Después te vi a vos, y me abrasaste, y también lloraste. Ahí entendí lo importante que era lo que me había pasado, ahí comprendí que el no iba a volver, y me asuste, y te abrace mas fuerte, y también llore, llore mucho mientras vos me abrasabas y me decías, tranquilo, todo va a estar bien, yo no voy a dejarte.



Lo siguientes días fueron raros, yo trataba de hacer muchas cosas, supongo que no quería afrontar la perdida que había tenido, y vos siempre atenta, siempre presente, me acompañabas en mis largos ratos de silencio, haciéndome mimos en el pelo.

Para esa época, ya habíamos pasado de largo al beso, y habíamos llegado bastante mas lejos. Casi hasta ser uno entre los dos.



Llego el fin de la secundaria, el comienzo de la universidad, y escogimos la misma facultad pero diferentes carreras, vos estudiaste psicología, yo me dedique a las letras. Y pasamos los años y los finales juntos, ayudándote en tus debilidades, y vos impulsándome a mejorar mis flaquezas. Me acompañabas en la visita al cementerio que hacia una o dos veces al año, y ambos de la mano le regalábamos alguna lágrima. Fue un luto largo, lo se, pero estuviste ahí, y me mantuviste en pie.



Luego de algunos años te vestiste de blanco y con un anillo como símbolo nos prometimos amor eterno, y brillabas tanto, y te quería tanto. Y lo días pasaron y la familia se agrando, y vino nuestra hija, y los días se acortaron, y entre corridas del trabajo y los besos que lograba robarte entre el desayuno y la bebe era feliz.



Y las navidades disfrazado de santa, y la familia, y las nueva tradiciones, y la abuela en la cabecera, y los regalos desparramados y la carita de la nena al descubrir que debajo del papel estaba esa muñeca que tanto quería, y santa abrazando a mama, y la nena que miraba enojada y le decía que le iba a contar a papá. Y santa que corría a cambiarse y volvía para retar a mama por el desliz, Y vos y yo riendo, y la felicidad que volaba en el aire, y la nena dormida, y la copa de mas, las historias de la infancia, la abuela que se va y la cocina enchastrada, y hacerte el amor con el alma.



Una mañana te despertaste con dolor de cabeza, a la noche se le sumo una pizca de fiebre, Y te enfermaste, y día a día empeoraba, y te internaron, la nena se quedo con la abuela, yo dormía en el sillón al lado de tu cama, y te hablaba aunque vos no respondías, estabas mas flaca, casi pálida, pero yo no te soltaba la mano, sabia que ibas a despertar, aunque los médicos no supieran que tenias. Pasaron las semanas, y la nena venia casi todos los días a visitarte y te contaba que en el colegio había un chico que le gustaba, y te daba un beso, y te dejaba un dibujito para que te mejoraras. Y era media hora interminable para contener mis lágrimas.

Y tuve la pelea mas grande de mi vida, con los médicos, con los curas, y con Dios.

Te fuiste una mañana de junio, sin despedirte, mientras te sostenía la mano. Te abrasé durante las siguientes horas, empapando las sabanas que te cubrían. La abuela llego con la nena y desde la ventana de la habitación se dio cuenta lo que sucedía. Abrió lentamente la puerta y la nena se asomo, no tuve tiempo de secarme las lagrimas. Con la voz entrecortada y los ojitos brillosos se me acerco y me pregunto que pasaba. La abrase y no pude mas que decirle que todo iba a estar bien.

cuento uno



Me basta con una pitada del cigarrillo que ahora estas fumando, una mirada, sin querer, como si nada. Me basta con el viento que te sigue, Y el perfume que lo acecha. Con el roce de tu mano y con tu voz, -permiso- Y mi cara de bobo se pone seria, y soy un bobo serio que tartamudea, tratando de poner en práctica las estrategias que se nublan cuando me miras. Y no se si tu risa es seducción, pero desde tu mirada hasta tus uñas pintadas, desde los silencios escondidos en esos labios rojos que queman mi garganta y mis ganas de decirte te quiero sin palabras. Sos vos, y tu sonrisa acostada en la mejilla derecha, sos vos y la certeza de saber que te quiero, cuando de reojo vigilas mis movimientos y en tu copa de vino en la que navegan tus opciones y mis posibilidades, tus ganas de hacerme creer que te puedo, y mi miedo de saber que me podes, y es así.




Me acerco, casi de espaldas, casi tropezando con todas las cosas con las que podía tropezar, y me doy cuenta que quizás me costo el valor demasiados tragos. Las piernas me tiemblan y me aferro a la mesa donde estas sentada, y me miras, esperando que te diga mi propuesta de trasfondos indecentes, y yo temo que me leas la mente, que te des cuenta, que mis sabanas reclaman tu perfume, y que mi cara de bobo serio es solo una fachada. Pero tengo el cuerpo anestesiado, y la lengua no me ayuda, maldita valentía acobardada.

Balbuceo un… -¿estas sola?- In entendible

Y me sonreís, y yo se que no entendiste, y no te importa, y no me importa, llevamos una hora regalándonos miradas.

Me decís – Es muy tarde, tengo que irme-. Me miras, y mi cara de bobo serio se pone triste. Dejas sellado un beso en mi mejilla, y en un pequeño papel, ocho dígitos nublados. Te alejas y en el viento se queda tu perfume. Mi corazón suena más fuerte que el estruendo del bar que parece vacío si no estas, pero te llevo aferrada en mi mano como si mi vida dependiera de un pedacito de papel.



Abandono el campo de batalla, rumbo al refugio urbano de paredes despintadas.

Cual borracho no llegue al colchón, me ganó la cerradura, y me desplome en la entrada. Me despertó el portero, las cerdas de la escoba se acercaban a mi cara, cara de bobo dormido, y con resaca.

Luego de una ducha me senté en la cama, con los ocho dígitos más claros ya en mi mano. Hice tiempo, no quería parecer desesperado. Contuve mi ansiedad mirando el techo, buscando dibujos de humedad en los rincones. Dure dos goteras, una araña, siete minutos y dos timbres… tu voz del otro lado, como dormida, príncipe de la realidad, te rescato del sueño, - Te invito un café- te dije, y pude sentir que sonreías.



Elegí un lugar tranquilo, que conocía, y si tu elección superaba mi pobre economía, de seguro el dueño entendería. Era chiquito, con mesas afuera, de fácil acceso para que no te pierdas.

Quedamos en vernos en una hora y media, tiempo suficiente para elegir entre mis tres camisas y mis dos pantalones que armadura llevaría a nuestra primera cita. Escogí la camisa planchada y el pantalón sin agujeros, no quería que te asustaras. Estuve veinte minutos buscando un par de medias que concordaran, la muy guacha estaba escondida debajo de la cama. No soy muy ordenado, y si, soy artista, ¿Qué esperabas?



La ansiedad le gano a la inteligencia y me subí al colectivo sin monedas. Tuve que bajarme esquivando la mirada de los pasajeros que se reían al ver mi cara de bobo enamorado y con vergüenza.

Me dirigí al quiosco mas cercano para conseguir cambio. Compre unas pastillas mentoladas, el aliento es importante si me besas… Si me besas, pensé, y se erizaron los pelos de mi brazo.

Me puse en fila de espera al colectivo, detrás de una viejita tan arrugada como mi segunda opción de camisa, y comencé pensar como serias. Llegada cierta edad la belleza desaparece, pero tu mirada... esa no cambia. Busco un punto fijo para perderme. Si, la gente busca un punto fijo para no pensar en lo de siempre y dejar que la imaginación vuele, y yo quiero que ese punto fijo sea tu mirada, en tus grandes y profundos ojos oscuros. Pero tengo miedo, miedo de perderme en tus pupilas y no querer volver. Enterrar todos los golpes, todas las lágrimas que no pude soltar, todas las ausencias, y descansar, casi dormido, casi vivo en la paz que habita ahí.

Habría llegado tarde de no ser por el hombre que detrás de mí me pregunto si subía. Medio perdido, medio nervioso – Hasta su mirada- le dije al chofer. -¿perdón?- dijo el. –ochenta, uno de ochenta por favor, gracias-

Me senté en la segunda fila de atrás para adelante, y mientras mi transporte navegaba por las venas de Palermo yo veía la ilusión iluminada por el tan cercano encuentro.



Baje del colectivo y camine las dos cuadras que me separaban del bar. Al llegar salude al dueño, le comente de la cita y me dirigí rápidamente al baño. Luego del

chequeo general, aliento, dientes, pelo, ropa, malos olores, me quede observando el reflejo. Me veía nervioso, las manos me transpiraban y las piernas me temblaban. Ahora si que parecía bobo hablándole al espejo y tratando de calmarlo – Tranquilo pablo, que si los nervios te ganan hablas muy rápido y no se te entiende, tranquilo, relajate... – en medio de esa charla unipersonal alguien tira de la cadena, se abre la puerta del cubículo y sale un hombre mayor, increíblemente parecido a mi padre, me mira, se sonríe y me dice – Tranquilo pibe, si le gustas, tiene que ser como sos vos.- Y ahí me quede, un poco descolocado, con vergüenza, pero pensando en las palabras del viejo.

Me enjuague las manos, las seque y luego de un largo suspiro, abandone el baño.



Ya habiendo arreglado con el dueño que luego le pagaría lo que tomemos, y teniendo su aprobación, me senté, mas calmo, en una mesa de afuera. Quería que todos me vieran con esa personita que esperaba, y esperaba… y los minutos se alargaban. Parecían interminables los sesenta segundos que formaban un minuto a los ocho que llevaba esperando.

Cuando doblaste la esquina te reconocí por el pelo, que se balanceaba de un lado a otro a cada paso que dabas. Podía sentir el corazón que me saltaba dentro pensando en vos y en el perfume que de seguro viajaba detrás tuyo.

A medida que te acercabas tus facciones se hacían más claras, eras más alta de lo que recordaba, tu sonrisa estaba como anoche, apoyada en el lado izquierdo… ¿lado izquierdo? Metro a metro que acortabas más me daba cuenta. Pasaste por al lado mío y seguiste de largo, no eras vos. Y a esperar de nuevo. Y no llegaste, y pasaron diez, quince, veinte minutos, a los veintitrés minutos supe que no llegarías, que me ilusione al pedo, y mi cara de bobo triste robaba miradas de consuelo en las camareras. Fue recién a los veintiocho minutos que me tocaste el hombro, fue tal mi sobresalto que los dos nos asustamos, gracias a ello nació la sonrisa en ambos, la mía cual niño en navidad, la tuya, apoyada en el lado derecho. Ahí lo supe, supe que mi felicidad colgaba de tu sonrisa, me era tan fácil perderme en tu mirada!, ahí también supe que debía cuidar mis palabras.



Nos sentamos y café en mano charlamos del clima, de los miedos y de tus dos gatos, te conté de mi amor por los animales, evitando decirte que la excepción a la regla eran esos felinos. Hablamos de arte, de música y de los silencios, de colores, bebidas y ex trabajos. Hablamos de viajes, de sueños y de metas, de los pros y contras de estar vivos, de los defectos y virtudes que nos hacen únicos, hablamos de las similitudes que teníamos y de cómo nuestras diferencias eran complementarias, hablamos de amores pasados y eso me dio el pie para preguntarte que era lo que buscabas en un hombre. Me diste una lista de cualidades que me hicieron ilusionar. Con un poco de esfuerzo e imaginación, pensé, podía llegar a cumplir con esas expectativas. Y luego la pregunta salio de tu boca y me golpeo el pecho. Tarde unos segundos en responder, creo que mi cara de bobo se puso colorada, te sonreíste y yo aproveche para cambiar de tema. Vos ya sabias la respuesta, y no hacia falta caer mas en evidencia. Me gustabas. Y a vos era como que te daba risa verme así, tan vulnerable.

Las agujas asesinas del encuentro se opusieron, y a las seis en punto te despediste con un medio beso y la promesa del próximo encuentro. Y ahí me quede, petrificado y tartamudeando. La gente me observaba y yo brillaba mientras te veía desaparecer detrás de los peatones que odie por cruzarse en el trayecto entre mi mirada y tus caderas que bailaban.

El dueño del bar estaba el la puerta, y me miraban como si estuviera loco, y si, quizás lo estaba, estaba feliz. Cuando vino la camarera a levantar la mesa, note que tu café estaba intacto… la charla había sido – pensé – bastante entretenida.

Y quise correr por encima de los autos, gritar que te quería, asesinar a pisoteadas los charcos que habitaban la vereda y empaparme debajo de la lluvia que nacía, enchastrarme con el barro de la plaza y hamacarme una hora como un niño. Me contuve de correr sobre los autos, supuse que además de peligroso podía traerme problemas.



Llegue a casa 2 horas mas tarde, sucio, con frío, y mas feliz que la primavera, tanto que no me importo que el portero me negara la entrada si no me sacaba las zapatillas embarradas, ni haber dejado la ventana abierta y encontrar una laguna al lado de la cama.

Seque el suelo sonriendo y mientras me preparaba un café, lancé un grito de alegría que hizo temblar las paredes y a los vecinos, que asustados llamaron a la policía.

Coloque las cacerolas en el lugar preciso para que las lagrimas del techo se diviertan haciendo puntería, y me senté a planificar mi próxima estrategia, esa que de seguro jamás pondría en practica.



No quería caer en los mismos errores que había cometido antes y aquel antes era un tiempo sin tiempo, eran recuerdos, recuerdos de lágrimas escondidas, de siluetas femeninas, de traiciones, inseguridades, y noches solitarias.

Recuerdo aquella vez en que me aferre a una cabellera rubia y a sus pasos, y regale te quieros sin pensarlo. Cuantas lunas tarde en darme cuenta que me aferraba al miedo de no estar solo, sin importar quien sea la que estaba a mi lado. Y cuantas veces busque solo la aceptación familiar, saliendo con perfectas amas de casa con títulos de madre, que no llegaban a entender mi vocación de amante de las artes, ni me batalla entre la verdad, la libertad y el saberme hombre incapaz de alcanzarlas.

Así estuve varias horas, recordando historias amorosas truncas, que al fin y al cabo, me habían echo lo que soy ahora.

Me arrastre esquivando cacerolas hasta el habitáculo de sueños y me recosté con cuidado, evitando el resorte traicionero que se escapaba por el lado oeste del colchón. Así me dormí, entre sombras, relámpagos y truenos. Soñé toda la noche.



Me despertó la luz de la mañana, las cacerolas rebalsadas, y unas ganas enormes de abrazarte. Me conforme con estrujar la almohada y me tome cinco largos minutos para juntar energías, nunca me fue fácil poner los pies sobre la tierra, ni siquiera literalmente.

Aunque no soy supersticioso, coloque, como casi todos los días, el pie derecho primero, cinco segundos mas tarde el pie izquierdo le hizo compañía, diez minutos mas tarde logre levantarme. Observe la hora – Las nueve y veinte – Tiempo suficiente para una ducha despabilante- pensé- . Abrí la canilla y deje que el vapor inundara el lugar, solo cuando el espejo estaba lo suficientemente empañado como para escribir sobre el tu nombre fue que sumergí mi cabeza debajo de la lluvia artificial, y rece para que el vecino no utilizara por quince minutos el agua. El cambio repentino del calor al frío no era una sensación muy placentera para comenzar el día. Y ese día era especial, la cita había quedado acordada en mi casa.

Sentí que el agua limpiaba los recuerdos dolorosos, y me aferre a la idea de nacer de nuevo.



Me vestí renovado de fuerzas y dedique la mañana a romper silencios. Antes de empezar de cero, quería despedirme de todo lo pasado. Dejar los dolores, los enojos, los miedos atrás, los gracias que no dije, los abrazos que no di. Llame a mi madre para decirle solo que la quería, y ella me regalo lagrimas y sonrisas. Llame también a los viejos amigos que el tiempo había alejado, para arreglar nuevos encuentros. Luego visite a mi padre, o mejor dicho, a la piedra tallada que decía su nombre y aseguraba que dos metros bajo tierra descansaba y le conté las novedades. Me había echo hombre sin su mano, y sin embargo siempre lo sentí a mi lado. El tiempo es relativo – Pensé- y me despedí con un hasta pronto y regrese a mi casa.

El resto de la tarde la pase escribiendo cartas en prosa a las personas que se habían cruzado en mi camino y de alguna forma lo habían modificado. Eran cartas lagrima, cartas disculpa, cartas gracias.



Te hice esperar, no reconocí el timbre, no estaba acostumbrado a su sonido.

Abriéndote la puerta te desafié a entrar en mi mundo, y accediste como si ya lo conocieras.

Las paredes estaban despintadas, y volaba cierto aire a encierro, rápidamente abrí las ventanas, la única luz del lugar se balanceaba de un cable en el techo y te iluminaba, y sin embargo, era como si vos le dieras luz a la habitación. No eran tantas las copas de vino, que por nervios, había tomado antes de tu llegada, pero podía jurar que brillabas. Tu mirada me sedaba… ¿o era el vino?

Prendí las cuatro velas que guardaba para los típicos apagones de febrero y el momento parecía casi un sueño. Encendí la vieja radio, tantas veces desarmada y arreglada por mis manos, y ella nos devolvió dos violines y una orquesta desconocida que era el toque final para el encuentro.



No hicieron falta las palabras. Vos hablabas con los ojos, y podías leer mis manos que despacio desabrochaban tu vestido. Antes de llegar al último botón las detuviste, te paraste lentamente, te colocaste debajo de la luz, de espaldas a mí, y dejaste caer tus vestiduras. Yo ya no respiraba. Ahí estaban, estirándose, dos enormes y puras alas blancas.
Hoy descubrí que estaba solo,


Y que llevaba acumulados en el bolsillo.

Mas abrazos de los que debería,

Mas besos sin destinatario.

Hoy descubrí que estaba solo

y acostumbrado a mis ausencias,

a los monólogos escritos

(Prefiero escribirme, si me hablo siempre termino discutiendo)

Acostumbrado a mi cama vacía,

A mis espacios, a mis punto y aparte.

Hoy me descubrí solo,

Y mi “te acompaño” no alcanzo para calmarme,

Sino que empeoro un poco esta locura

De querer tenerte compañera en mis silencios,

Reemplazante de mi almohada,

Guardiana de mis sueños…

Y sin embargo ,

No se quien puede estar capacitada

Para soportar a este personaje de caricaturas,

A este baúl de miedos disfrazados,

A este recaudador de historias sin final feliz.

Hoy me descubrí solo…

Y te sigo esperando

candado




Poseo un bolso






Lleno de llaves







Que no funcionan





Y me torturo amando





Una puerta con candado

carta a mi padre

Padre:


Te escribo, aun sabiendo lo improbable que me contestes. Tengo un gran vacío, y preciso tus palabras. Dicen que veinte años no son nada, yo tengo los veinte, pero aparento diez mas.

No se adonde debería enviarte esta carta, ¿tendrá código postal el cielo?, estas arriba o abajo, aunque el arriba y el abajo, son tan relativos como pensar que voy a ser feliz.

Padre, no me reconozco. Aunque no me arrepiento de mi actual posición, no me reflejo en el espejo. Por la noche, al cerrar los ojos, me descubro aun niño, y temo despertar, porque se que me debo enfrentar al Luis adulto, el que afronta todos los problemas en busca de experiencia, el que se sabe mayor, y el que la gente respeta y quiere. Pero desearía despertar y tener aquellos diez años que tenia cuando aun estabas, despertar y saber que aun eres mi guía, que aun puedo abrazarte.

¿qué debo hacer?, estoy cansado de ser mayo, pero es un camino sin retorno, ¿no? ¿Adónde me guían las estrellas?, Busco mi infancia, pero solo recojo vagos recuerdos, y ahora estoy mas lejos de la familia que antes. Seria el momento propicio para encontrarte, ¿no crees?, tomarte la mano, y ocupar mi tiempo en recobrar los años perdidos, nueve, parecen tanto menos!

¿Adónde estas? ¿Qué debo hacer para encontrarte?, camino y camino, te busco en otros rostros, en el silencio, en el amargo delirio de tu ausencia, en la soledad, y hasta en el espejo, ese enemigo mortal de mi infancia.

Que no daría por crucificarme contigo. Los días son meses y me vuelvo viejo. El tiempo se burla y me envejece. Y vos no estas acá para ayudarme! Eres el trozo de familia que falta, el hueco en mi alma, el te extraño, silencio y lagrimas... Basta!, quiero reír como un niño, llorar como un niño, querer, amar como un niño, no perder la inocencia, ni el sentido de la verdad, no quiero dejar de creer en la felicidad. Pero me faltas y me sobran, y ya no encuentro los signos vitales del niño que solía ser, como cuando a vos no te encontraban los tuyos, y te busco igual que la primer mañana que desperté y no estabas.

En tu ausencia me hundo, porque al perderte aun tenia ese niño lleno de recuerdos, de tus consejos, pero ahora también lo pierdo a el, y me niego a perderte por completo!

Creo que llego el momento adelantar mis pasos en solitario.

Solo queda despedirme, no sin antes aclararme que el arriba, el abajo, y el saber que voy a ser feliz, son tan relativos como que ahora vos estas leyendo esta carta, y nunca dejaste de guiarme.





Te quiero





Luis

carta despedida (etapa superada)


Cuando me pongo a pensar en una carta de despedida… solo se me ocurren obituarios… cosas que debería haber dejado hechas, y que solo quedaron a mitad de camino, o a mitad de sueño…


Agradezco a las personas que creyeron en mi mas de lo que yo creí… a los que pusieron sus esperanzas en esas que casi no pude abrazar..

Pero es que en realidad no se muy bien a quien dedicarle esta despedida. Lo que si se, es que si deje pasar el tiempo para hacerla, no fue porque me falto el valor, sino por el simple pensamiento tormentoso de las lagrimas que iban a brotar de las poquitas personas en las que habite, en esas que deje un pedacito de mi.

Todos los días me alejo un poquito mas de este lugar, de este espacio que me fue asignado, de esta fila que seguimos todos, de esta obligación de pasar por el mundo comenzando con sueños que se quedan en el camino, para terminar siendo un viejo recuerdo de algo que alguna vez sentimos, y que ahora pensamos como una etapa de rebeldía. Cosa errónea, es ahí cuando éramos mucho mas concientes de lo que somos capaces… y los días pasan y empezamos a dejar de lado nuestros ideales, comenzamos a aceptar las cadenas como si no nos quedara remedio.

Al menos yo puedo elegir el como, el cuando y el lugar. Me enfrento a la muerte sin miedo, sabiéndola, habiendo compartido con ella más de una copa, más de una charla, más de un insomnio. Soy yo el que la abraza y no ella la que me lleva arrastrando.

Esa victoria sobre la muerte, ese elegir sin que me obliguen, esa satisfacción de saber que soy yo el que lo decide, al menos me ayuda a hacerlo con la frente en alto, aunque algunos no lo entiendan.

Dejo muchas promesas por cumplir, muchos perdones que serán aceptados luego de esta carta, muchos adioses que preferí callarme, porque es mas fácil así, de este modo, nadie se sentirá culpable de saber que pudo hacer algo para impedirlo, y no lo hizo.

Dejo mis silencios, mis filosofías algo trilladas, pero que de tan gastadas, nadie se puso a pensar que podían ser reales y les pusieron el nombre de utopías, dejo sueños, ilusiones, abrazos…. Abrazos… nunca son suficientes los abrazos…nunca están de mas…

Quisiera que quede en claro que no elijo la muerte como un escape, como una salida fácil, sino que la elijo con la convicción de que la elijo a ella mas que al sol de la mañana, ese sol lleno de melancolía luego del insomnio, la elijo a ella mas que el asfalto gris y las caras tristes, la elijo a ella, mas que el corazón roto, mas que la familia fantasma, mas que la lista de interminables cosas incambiables de este mundo que poquito a poco se autodestruye y no hace nada por remediarlo. ´

No quiero formar parte de eso, no quiero y es imposible que sienta que el milagro mas grande es que todavía me queden ganas de levantarme cada mañana para dejar mis horas, mis días, mis sueños, esforzándome por un sueldo que no me alcanza, Y lo peor de todo, de que buscamos en el la felicidad.

Me despido sabiendo que lastimare a gente haciéndolo. A ellos les pido perdón, No es mi intención. Pero las fuerzas se me van acabando, y la cruz no me permite seguir paso tras paso, cuando observo que el final del camino, es más gris aun del que transito ahora...

Me despido ahora, sin hasta pronto, sin dolores. Les deseo que tengan la fuerza de tratar de ser mejores solo por ser mejores para si, y no mejores que los demás.

Espero que puedan ver en el prójimo el hermano, que puedan dejar de lado los prejuicios y se animen a colocar la palabra empatia en su vocabulario, es tan pero tan importante la empatia.

Me alejo a las alturas, como diría Zaratustra, o al vacío oscuro de la nada… Si Dios existe no creo que este de humor para saludarme, pero de ser así, les mandare mis saludos de ustedes,

Ahora si, los minutos me pesan y decido decir mi ultimo adiós.

Doy las gracias por todo lo que este mundo me ofreció.

La vida es tan solo un instante en la inmensidad del universo. Nos veremos por las nubes, o en los sueños.



Nos vemos inevitablemente, al final del camino.

hoy me pregunto


hoy me pregunto,


Que no hubiese echo,

Que regla hubiese dejado entera

Para mantenerte a mi lado…



Y sin embargo

sigo peleando

Aun sabiendo que no podes

Aun sabiendo que no puedo



Lo imposible lo borre

Como borre mis huellas dactilares

Como borre mis particularidades

Como deshice lo que era



ahora no me hallo sin tu nombre

Y me pregunto…

Quien soy sin vos

Quien era antes de ser



No encuentro ningún camino

Que me salve de perderme

Que me encuentre

sin dolerme



y me sigo preguntando

Que limite no hubiese roto

Que regla habría dejado en pie

Que muerte no habría desafiado



Para mantenerte a mi lado

Para no perderme en el intento

de quererte

sin dejar de quererme



Para estar a la altura

De ser quien soy y no dudar

Si soy el que fui

O el que voy siendo…

que mejor principio que un final

Que mejor principio puede ser un final, un perderse y no encontrarse…


Estoy ahora dando mis primeros pasos, acostumbrándome a la gravedad de un mundo que gira, aunque no nos demos cuenta, que nos aferra contra el piso y de esta forma no nos deja volar.

Se me quemaron todas y cada una de las palabras que antes había escrito, para darme cuenta de que delante Mio tengo un ancho block de hojas en blanco dispuestas a ser usadas.

Ahora falta encontrarme… y digo encontrarme porque me perdí en el girar de este torbellino de gente que dice lo que quiere sin pensar en las consecuencias de sus dichos, que actúa por costumbre, sin preguntarse el porque.

Tengo la posibilidad de despegarme, siendo conciente de esto, y mirar con muchos ojos una realidad devastada de supuestos y relativismos.

Aunque por momentos arrastro mis pies, no puedo sino ser indulgente a los malabarismos que se necesitan realizar para llegar a fin de mes y considerarme completo, estando tan vacío de sueños.

Me perdono cada día que no agradezco el aire que entra en mis pulmones, cada día que veo el sol, o disfruto de la lluvia que me inunda de recuerdos de tormentas que pasaron y pude sortear y seguir en pie. Me perdono las veces que me di por vencido, las victorias aparentes o inventadas que me cree para darme fuerzas, las cruces que eran ajenas y que cargaba con el debo hacerlo, es mi obligación….

Me agradezco las lagrimas que deje salir en este ultimo tiempo y que estaban tan acumuladas que las mareas me movían el cuerpo…agradezco aceptarme con mis tantos defectos, mis virtudes desconocidas… mis vacíos dispuestos a llenarse… mis no tengo respuesta…



Puedo sentir cuando una angustia se va acercando…, la presiento dentro mío… a veces logro descifrar el porque de esta angustia, y a veces, es simplemente el misterio de estar vivo, de seguir vivo, de estar sobre mis pies luego de tantas caídas, el miedo a las nuevas caídas…



Me propongo abrazar las angustias y los miedos, como desafíos… como metas a superar…porque de otra manera me volvería un ermitaño apático, un miedoso del sol y sus estrellas ocultas…un pesimista negador de la felicidad.



Debo admitir que el temor me hace temblar los huesos. Que el emprender un camino nuevo sin conocer mi equipaje… sin reconocerme… sin saber adonde me llevara me asusta. Pero debería tomarlo como un aventurarme dentro mío, como un viaje introspectivo… lo que encuentre es lo que hay, y lo que hay es lo que puedo moldear a mi manera, a mi gusto. Hacerme y rehacerme tantas veces como sea necesario hasta encontrarme. Un volver a empezar.



Y en este camino decido dejar todas las mascaras a un lado, (espero poder hacerlo) dejar de lado mi sentimiento de omnipotencia, ese que me hace creer invencible. Reconocerme humano, quererme humano, aceptarme humano. Estaba tan desacostumbrado al dolor, a sobrellevarlo de otra manera, a que choque con mis mascaras y no conmigo, que ahora me duelen hasta los versos que escribo, hasta las miradas que esquivaba, hasta las que aun no consigo ver o no me atrevo.



No siento que empiezo un nuevo camino, sino que siento que después de casi 30 años empieza mi camino, el verdadero, el autentico.



Voy a necesitar de toda la ayuda posible, y me cuesta pedirla… así que si por alguna razón lees esto… si te llego sin querer, si de alguna manera lo entendiste… acercate… para decirme hola, acá estoy… no necesito mas que eso… no quiero seguir sintiéndome solo, y aunque estuve siempre rodeado de mucha gente, siempre me sentí solo.

me hare museo de recuerdos

Me paro, haciendo equilibrio sobre mis ruinas


Puedo observar,

Los pedazos de mi

Rotos, alrededor de mis pies

Y hasta el horizonte



Y también puedo observar

Que el sol sigue saliendo

Que la lluvia sigue limpiando

Que me sigue doliendo, y por lo tanto

Que sigo sintiendo, estando vivo.



Por el momento

Soy mis ruinas,

Vení a visitarme

Me Hare museo de recuerdos

Y quizás te puedas llevar

Un souvenir de mis derrotas

Una remera que diga venceremos

Una mirada que pueda ver más allá

Un abrazo que sea verdadero

Un silencio de comprensión

Y un beso…de empatía.

me planto aca

Me pase de largo los semáforos en rojo


Los cumpleaños

Los aniversarios

Me pase de largo y de ancho

Los años de adolescencia

Me pase de largo las gracias

Y de ancho las sonrisas

Me olvide de los abrazos

Del respeto a las canas

Me escondí de mi hasta perderme

Y de vos hasta cansarte



Ahora miro hacia atrás

Y hay tantos paisajes desfigurados

Tantas caras que no tienen nombre

Tantos tesoros no descubiertos



Me planto acá…

Hasta que me salgan raíces

Hasta que florezcan mis ojos

Y mis brazos sean ramas dispuestas al abrazo

Me planto hasta que mis pies

Se identifiquen con la madre tierra

Y la madre tierra pueda reconocerme

Como la oveja perdida

Y no como el lobo disfrazado



Me planto aca, hasta que me quiera

Hasta que aprenda a quererme

Empezare por regarme con mis lagrimas

Para descansar, te regalo mi equipaje,

Si de algo te sirve

Son recuerdos fugaces

Son ausencias, y sueños