viernes, 28 de diciembre de 2012


Carta a Luis



Querido Luis:

Te pido me liberes del compromiso de escribir un prólogo para tu libro. Sinceramente no lo necesita.

Permitile al lector zambullirse en tus palabras sin ningún escalón intermedio. Dejalo sorprenderse. Dejalo contagiarse. Dejalo comprenderte y vivirte.

Le será muy facil, porque has cumplido con todos los principios que debe cumplir un poeta: mirar la realidad para descubrirla, mirarse a sí mismo en cada situación, en cada momento y sentir y describir apenas ese sentimiento para que cada uno lo complete con sus propias luces y sombras.

Cada cosa que quiero decirte, vos la dijiste. Tu poesía es liberadora (XXVI) Cuando me acerco a ella siento lo mismo que vos...Tengo miedo de tocarla para que no se destruya...(XXXIII) Si quisiera comentarla “a manera de prólogo” me cortaría las venas y solo saldría silencio...(XLVIII) Yo ya tengo cierta edad..(XLIX) .y miro con devoción y alegría a un joven que no quiere dejar de ser joven....Y mientras me desayuno con pastillas rojas, azules y blancas (L) te cuento algo que he descubierto: no crecen arrugas en el alma (XLIX) y menos aún en el alma de un poeta de tu estatura. Te equivocás cuando decís que algún día el silbido del viento te mombrará..(LI) Si estás diciendo lo que yo imagino, el viento no se lleva a los poetas. Al contrario. Toma sus palabras y las va sembrando para que florezcan. Entonces el caminante que tiene alma de niño (LIII) alerta como un niño, respira el aroma de las flores sin tocarlas...para que no se destruyan...

Tu poesía ha logrado unir dos aspectos del ser humano que muchas veces

se ponen en extremos diferentes: es profundamente erótica y enormemente espiritual. Y creo que eso se debe a tu mirada tan particular. El amor está presente siempre, aún cuando las palabras, a veces, estén desnudas de afecto.

La carta final es conmovedora. Y el agradecimiento que presenta con una enorme ternura es al mismo tiempo un punto de partida. Después, el crecimiento, el dolor, la alegría.

Todo esto lo sentirá el lector cuando se acerque a tus poemas. Por eso te

pido que me liberes del compromiso de escribir un prólogo. Lo que yo puedo decir, ya lo dijiste...infinitamente mejor que yo.

Un abrazo.

Pocho Ottobre.

viernes, 14 de diciembre de 2012




LA MARIONETA-GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ




Si por un instante Dios se olvidara

de que soy una marioneta de trapo

y me regalara un trozo de vida,

posiblemente no diría todo lo que pienso,

pero en definitiva pensaría todo lo que digo.

 Daría valor a las cosas, no por lo que valen,

...sino por lo que significan.

Dormiría poco, soñaría más,

entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos,

perdemos sesenta segundos de luz. 

Andaría cuando los demás se detienen,

Despertaría cuando los demás duermen.

Escucharía cuando los demás hablan,

y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate. 

Si Dios me obsequiara un trozo de vida,

Vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol,

dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.

Dios mío, si yo tuviera un corazón,

escribiría mi odio sobre hielo,

y esperaría a que saliera el sol. 

Pintaría con un sueño de Van Gogh

sobre las estrellas un poema de Benedetti,

y una canción de Serrat sería la serenata

que les ofrecería a la luna. 

Regaría con lágrimas las rosas,

para sentir el dolor de sus espinas,

y el encarnado beso de sus pétalo...

Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida... 

No dejaría pasar un solo día

sin decirle a la gente que quiero, que la quiero.

Convencería a cada mujer u hombre de que son mis favoritos

y viviría enamorado del amor. 

A los hombres les probaría cuán equivocados están,

al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen,

sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.

A un niño le daría alas,

pero le dejaría que él solo aprendiese a volar. 

A los viejos les enseñaría que la muerte

no llega con la vejez sino con el olvido.

Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres

He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña,

Sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. 

He aprendido que cuando un recién nacido

aprieta con su pequeño puño,

por vez primera, el dedo de su padre,

lo tiene atrapado por siempre. 

He aprendido que un hombre

sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo,

cuando ha de ayudarle a levantarse.

Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes,

pero realmente de mucho no habrán de servir,

porque cuando me guarden dentro de esa maleta,

 infelizmente me estaré muriendo.

viernes, 7 de diciembre de 2012

Hay ascensores
que bajan los silencios
a las calles
y adornan el dolor
con estrategias.
Hay días
que las manos
abrazan lo que no tienen
y sueñan con París
en primavera.
Hay sonrisas
que disimulan
las nubes
que pasan por mis ojos.

Último round


Nos volveremos a encontrar. Eso seguro.
Intercambiaremos palabras blandas,
miradas esquivas, nos contaremos cosas,
vestiremos de principios nuestros caminos
y un rato después nos despediremos
sabiendo que hay historias que es preferible
terminarlas antes de que acaben contigo.
Lo malo es que de eso nos dimos cuenta tarde
cuando ya ardía la habitación, en el último round,
cuando el amor propio ya era un desguace.