viernes, 24 de febrero de 2017

“El halcón moteado cala sobre mí…”

El halcón moteado cala sobre mí,
y me acusa lamentándose
por mi charla y mi pereza.

Yo también soy indomable,
yo también soy intraducible.
Sobre los techos del mundo,
resuena mi bárbaro graznido.

El último celaje del día,
se detiene a esperar por mí,
lanzo mi figura, tras las otras,
reposando verdaderamente en cualquier
sombra silvestre.
Me insta engatusándome hacia la bruma,
y hacia la oscuridad.

Me alejo como el aire,
sacudo mi bucle blanco en el sol fugitivo.
Vierto mi carne en remolinos,
y la dejo arrastrar por la mueca del encaje.
Me entrego, a mí mismo, al barro,
para brotar en la hierba que amo.

Si me necesitas,
búscame en la suela de tus botas.

Apenas sabrás quien soy,
y lo que quiero decir.
No obstante soy tu buena salud,
y filtraré con filamentos tu sangre.

No desfallezcas si no me encuentras pronto.
Si no estoy en un lugar, búscame en otro.
En algún lugar te estaré esperando.

Walt Whitman

jueves, 23 de febrero de 2017

"No vemos las cosas tal como son, sino tal como somos" El Talmud

El autobús

Te preguntas por qué diciembre
te eligió a ti entre tanta gente
mientras te pintas los ojos para ver
si cambia el mundo.

Tiras las preguntas sobre la cama
como quien vacía un bolso en ella
y te viene a la cabeza el día en que rompisteis
y se os atravesó el destino en la garganta.

Vuelves a los mismos pensamientos una y otra vez
y vas haciendo tu lista de reproches contra el mundo.
Te gustaría volver a una región sin sobresaltos
pero la niñez es sólo una foto amarilla.

Poco a poco se va haciendo de noche,
la tarde lo va llenando todo de cuervos
y el destino no clava ningún mensaje en tu contestador.

Le das alguna calada más al fracaso,
ese cigarro inacabable,
intentas esquivar las preguntas una y otra vez,
como a un invitado
que no se da por aludido cuando acaba la fiesta
y no quiere marcharse.

Buscas el interruptor para apagar tu cabeza
y hallas refugio en una serie tonta americana.
Piensas en todo lo que le dirías
si le volvieras a tener enfrente
y te recolocas la tristeza en el pelo.

Sé que no pides consejo a nadie
porque corres el riesgo de que alguien te diga la verdad.
Vives esperando un volantazo del destino
harta de echar de menos el cuerpo al que renunciaste.
Entonces ignorabas que esto pasaría
y que echar de menos es renunciar al presente.

El día pasará y la vida seguirá,
ganarán los mismos
perderán los de siempre,
y quizá, si eres paciente,
si dejas de correr –y te perdonas–
la vida deje de ser ese autobús
que se escapa justo cuando llegabas a la parada.

Marwan

lunes, 20 de febrero de 2017

Muchas de nuestras experiencias pasadas fueron vividas desde la inocencia. Solo después de haberlas iniciado o incluso mucho después de haberlas vivido, nos enfrentamos al efecto que ellas terminaron por producir en nosotros. En la medida que en el presente que las recordamos ya estamos “afectados”, transferimos la vivencia posterior de las consecuencias de tales acontecimientos, a los acontecimientos en el momento que ellos se producían. De ello suele resultar sufrimiento ( un sufrimiento, por lo demás, altamente arbitrario) y una culpa muchas veces desproporcionada. A veces a aquellos a quienes culpamos por nuestros sufrimientos, atribuyéndoles motivaciones deleznables, no eran sino seres incompetentes, torpes, ciegos o inseguros. No podemos confundir el daño con la maldad. Nuestra versión de los hechos, en este caso, en vez de idealizar, lo que hace es diabolizar lo que muchas veces fue bastante mas banal.