lunes, 14 de marzo de 2011

Por la senda del pensar ontologico

Muchas de nuestras experiencias pasadas fueron vividas desde la inocencia. Solo después de haberlas iniciado o incluso mucho después de haberlas vivido, nos enfrentamos al efecto que ellas terminaron por producir en nosotros. En la medida que en el presente que las recordamos ya estamos “afectados”, transferimos la vivencia posterior de las consecuencias de tales acontecimientos, a los acontecimientos en el momento que ellos se producían. De ello suele resultar sufrimiento ( un sufrimiento, por lo demás, altamente arbitrario) y una culpa muchas veces desproporcionada. A veces a aquellos a quienes culpamos por nuestros sufrimientos, atribuyéndoles motivaciones deleznables, no eran sino seres incompetentes, torpes, ciegos o inseguros. No podemos confundir el daño con la maldad. Nuestra versión de los hechos, en este caso, en vez de idealizar, lo que hace es diabolizar lo que muchas veces fue bastante mas banal.