lunes, 12 de noviembre de 2012

BASTA DE DISTRACCIONES. . . ¿DÓNDE ESTÁS PONIENDO TU ENERGÍA?



Llegué al subte sin saber la revelación que me esperaba ese día.  Me senté y vino él. Era un Músico. Un trovador o buscavidas o artista callejero. Tenía cuerpo delgado, llevaba anteojos y un clarinete entre sus manos. Era uno de esos jóvenes que venden su bellísimo arte a extraños, a cambio de pocas monedas.
Tuve la enorme suerte de poder captarlo con mi cámara. Aquí se los presento.
Les sigo contando.
El Músico se paró cerca de la puerta y empezó a tocar una melodía suave, muy ajena a las miradas perdidas de los pasajeros del vagón. Todos se mostraban indiferentes, despiertos pero dormidos. Todos, menos un hombre. Uno que estaba sentado a mi izquierda. Tenía un cuaderno en sus manos y llevaba un gorro amarillo (ahora que lo pienso, qué raro es ver gente con gorros dentro de un subte).
Pero lo que más me llamó la atención, no fue su gorro. Sino cómo brillaba su mirada.
De reojo, veía que el hombre del gorro amarillo hacía movimientos rápidos con la mano. Clavaba su mirada curiosa en el Músico y luego en el papel, y luego de vuelta en el Músico.
Lo hubieran visto. Lo hacía con fascinación y talento, como si buscara fundirse en la esencia del Trovador justo un segundo antes de inmortalizarlo en un papel.
 Con la melodía acompañando de fondo, comenzó a dibujar el rostro del joven Músico.
Y en ese momento viví una revelación:
¿Será que estaba siendo testigo privilegiada de un acto de creatividad nunca visto? ¿O será que simplemente estaba más presente y detectando cosas que antes no veía?
Y eso me llevó a más preguntas.
¿Cuántos actos maravillosos suceden todos los días en todos lados, sin ser vistos? Cuántas cosas nos perdemos de percibir por estar distraídos mirando el celular, preocupados por esa conversación pendiente con un jefe o dando vueltas alrededor de esa discusión que tuvimos con un familiar?

¿Y si la energía que gastamos en sufrir por lo que fue, o temer a lo que vendrá, la usáramos en estar más conectados con el ahora?¿Cuántos paisajes, personas y lugares empezaríamos a ver?  

¿Cómo cambiaría la calidad de nuestra experiencia de estar en el mundo?

¿Cuántos problemas dejarían de ser problemas, para darnos paso a ver las soluciones? 

El mundo mundea. La vida sigue. La pregunta que me quiero y te quiero hacer es ésta:
¿Qué vamos a hacer nosotros para cambiar la manera en que miramos la realidad?
Por mucho que nos cueste reconocerlo, las personas no accedemos a la realidad tal como es, sino que lo hacemos a través de nuestros modelos mentales. Y muchas veces, esos modelos mentales aprendidos -y poco cuestionados o revisados- nos limitan a la hora de accionar y conectar con los resultados que nos importan.
Si vivo bajo el modelo de la urgencia permanente, no me estará disponible detenerme, saborear el momento y disfrutar de los pequeños detalles, ya que lo sentiré como una verdadera pérdida de tiempo.
Si vivo bajo la ansiedad constante por el futuro que no puedo controlar, estoy eligiendo poner mi energía en un lugar y momento que ni siquiera existe. A expensas de perderme de estar conectado con lo que es.
La pregunta es simple… y ojalá que las respuestas sean tan reveladoras como lo fueron para mí:
¿A dónde está yendo tu energía en este momento?  Qué va a suceder si seguís poniendo tu mirada en eso que no te sirve? ¿A dónde te va a llevar en 1 mes? Y en 6 meses? …Y en 5 años?
Tu energía es valiosa. Usala bien. No te distraigas.
Según qué elijas hacer con ella, estarás más cerca de disfrutar, crear y accionar en favor de tus proyectos.
Y lograr tus proyectos vale la pena, no?