lunes, 19 de septiembre de 2011

Ontologia del lenguaje - Aceptar el pasado

El juicio que concibe el pasado como necesario contiene una fuerte carga ética. En primer lugar, representa un poderoso antídoto contra el resentimiento, aquella emocionalidad que se gesta desde la impotencia, desde la falta de poder. Al observar el pasado desde el prisma de la necesidad, este recupera la inocencia. Las cosas ocurrieron tal como ocurrieron por cuanto no hubo condiciones para que ocurrieran de manera diferente. En tal sentido, ellas fueron necesarias. Quien se lamenta por experiencias del pasado a menudo se olvida que aquel que se lamenta es ya un individuo diferente de aquel que vivió esas experiencias por cuanto es un producto de ellas. Quien vivio esas experiencias, era un ser distinto de quien se lamenta, pues no había todavía pasado por ellas.
Resentir el pasado no solo compromete el pasado, también compromete el presente y, al hacerlo, compromete también el futuro, en la medida que el presente es su antesala. Ello es parte del efecto corrosivo del resentimiento. Todas las formas de resentimiento del pasado revela que no aceptamos plenamente quienes somos, que no nos amamos lo suficiente, pues quienes somos hoy, es lo que tal pasado hizo que fuéramos. La plena aceptación de quienes somos descansa en la plena aceptación de nuestro pasado, en la capacidad de mirarlo aceptando su necesidad, sin despojarlo de su inocencia.
Asi como es preciso aprender a aceptar el pasado necesario como forma de aprender a bien vivir, es igualmente importante aprender a ejercitar lo que está “en nuestro poder” porque, de esta forma, participamos en moldear el destino. Introducirnos en el futuro significa participar en el arte de lo posible.